Aves de Valsaín
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Los roquedos graníticos y gnéisicos aparecen salpicados por los Montes de Valsaín. Las mejores demostraciones de estos roquedos las podemos encontrar en Navalazor, Cerro del Puerco, Boca del Asno, Ceniceros Altos, Peñacitores, Cueva del monje, etc... En cuanto a los canchales, los más espectaculares van a aparecer en la Majada Aranguez bajo Peñalara y en la Majada Hambrienta, también los podemos encontrar en la Cancha de los Alamillos bajo Peña Citores..

 
 

Cancha de los Alamillos

 
   
  Existen algunas especies de aves que aunque pueden ser encontradas en otros ecosistemas, en muchos de los casos vamos a encontrarlas unidas indefectiblemente a las rocas.

Serán los roquedos a solana y más despejados los más querenciosos por las aves, así si apuntamos con nuestros prismáticos a los roquedos más termófilos podemos encontrar un pequeño y bonito ave que rara vez percha sobre árboles, se trata del colirrojo tizón (phoenicurus ochruros) que encontraremos tanto en roquedos bajos, como en los canchales de la alta montaña durante los meses de clima más benevolente. Su color oscuro y su preciosa cola bermeja pronto nos harán reconocerlo. Otro ave común de las rocas, que vamos a ver también desde los roquedos del robledal o pinar hasta los de las grandes alturas, es la collalba gris (oenanthe oenanthe), su blanca cola la delatará al volar. Mientras tanto su gris plumaje la hará pasar desapercibida en el entorno del roquedo. Aunque es muy difícil de ver en el territorio de los Montes de Valsaín, existe un pájaro aparentemente discreto, del tamaño de un estornino, que nos recordará a este o a un mirlo, se trata del roquero solitario (monticola solitarius). Cuando los rayos de sol le iluminan podemos observar con admiración que el discreto plumaje se torna de un precioso azulado. Si lo conseguimos ver en estos roquedos debemos alegrarnos pues sin duda la suerte nos ha acompañado.

Otras aves proclives a los roquedos que aunque no crían en Valsaín, por la falta de buenos roquedos, si aprovechan algunos de estos, sobre todo en cotas bajas, para pasar la noche son los buitres leonados (gyps fulvus) los veremos además casi en cualquier sitio de los montes, planeando y buscando activamente carroñas con las que alimentarse, en ocasiones aunque no se nos antoja estable en los Montes de Valsaín, sí podremos descubrir en alguno de nuestros paseos la majestuososa águila real (aquila chrysaetos), que a veces podremos divisar en los alrededores del Real Sitio.

 
   
 

Colirrojo Tizón (phoenicurus ochruros)

 
   
 

Otro ave que, aunque suele preferir los cañones calizos del pie de monte de la sierra, hemos encontrado en alguno de nuestros paseos por los montes de Valsaín, y que gusta también de los cantiles rocosos es el mayor de nuestros búhos, el búho real (bubo bubo). Su gran envergadura alar nos sorprenderá en vuelo, aunque su plumaje críptico lo hará pasar desapercibido salvo que topemos con el sin quererlo. Hay en el monte otras aves de querencias más montañosas, que podremos encontrar en los canchales y roquedos de las cumbres, nos referimos a los acentores. El acentor común (prunella modularis), es un asiduo de los piornos en la primavera y el verano, aunque tampoco desdeña los canchales, durante el invierno desaparece a cota más bajas. Otro ave que se nos puede aparecer, con bastante suerte, es su primo el acentor alpino (prunella collaris), mucho más excaso en estas sierras a veces aparece entre los canchales de Majada Aranguez e incluso en lo alto de Peñalara.

En los gneises de las cumbres existe otro ave de preciosos colores, se trata del roquero rojo (moticola saxatilis), este ave, migra en invierno a territorios más benignos, pero durante la primavera y el verano recurre a las cumbres con pequeños arroyos para colocar su nido entre las rocas. A veces durante los pasos primaverales y otoñales otro ave se deja ver por los roquedos de Valsaín, se trata del mirlo capiblanco (turdus torquatus), un mirlo de blanco pecho que al migrar hacia las montañas del sur puede deleitarnos con su visión algunos días.

Otro compañero de los montañeros en sus ascensiones invernales a los picos más importantes de los estos montes, es el cuervo grande (corvus corax). Su silueta negra, contrastada con el blanco manto níveo, así como sus espectaculares vuelos nupciales, aún en el crudo invierno, son casi lás únicas representaciones de vida de los roquedos de las altas cumbres durante la dura estación. A su lado, compartiendo territorio en los duros días invernales, también podemos encontrar, jugando con el fuerte viento que reina en estas cotas, a la chova piquirroja (pyrrhocorax pyrrhocorax). Sus "dedos" alares muy marcados y la cola corta y recta ayudarán a su identificación, así como su sonido metálico y muy característico. Pocas aves más medran en estos durísimos ecosistemas durante el invierno, pues parece que estas hubieran desaparecido junto al aliento de los recios montañeros en el momento de hacer cumbre.

 
   
 

Roquedo

 
   
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