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Víbora hocicuda (Vipera latastei)
Reptiles Valsaín
Galápago Leproso
Lagartija Noroccidental
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Lagartija Colilarga
Lagartija Cenicienta
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Lagarto Ocelado
Lagarto Verdinegro
Culebra de Escalera
Culebra Bastarda
Culebra de Collar
Culebra Viperina
Culebra Lisa Meridional
Culebra Lisa Europea
Víbora Hocicuda
Otras especies
dos Un tres
 

Descripción:

Se trata de un ofidio de mediano o pequeño tamaño, que no suele sobrepasar los 60 cm de longitud total, aunque se han encontrado ejemplares de hasta 70 cm de longitud. Posee una cabeza bien definida de aspecto triangular y bastante ensanchada posteriormente. En el extremo del hocico presenta un apéndice flexible muy prominente que puede tener entre 2 y 9 escamas apicales (generalmente entre 3 y 7 y habitualmente 5) que le da el nombre común. Posee generalmente 2 ó 3 filas de escamas entre el ojo y las supralabiales. El cuerpo es relativamente grueso, con la cola corta. Las escamas del dorso son carenadas. Aunque puede tener una gran variedad de tonalidades, normalmente presenta tonalidades de fondo grises o parduscas que varían del gris claro a diferentes tonos pardos, también hay ejemplares amarillentos, rojizos o anaranjados e incluso completamente negros (melánicos). En la región dorsal suele presentar un patrón en zigzag  más oscuro que la coloración corporal con el borde más contrastado. El zigzag que parte del cuello suele ser más patente en el primer tercio del cuerpo del animal, y posteriormente puede consistir en un verdadero zigzag o un conjunto de figuras romboidales o elípticas interconectadas o no. En ocasiones el dibujo en zigzag puede aparecer prácticamente borrado o muy difuminado. En los costados suelen  aparecer manchas algo difusas oscuras redondas o verticales, alternando con el zigzag. En la parte superior de la cabeza suelen presentarse dos marcas en forma de V invertida que no llegan a tocarse y también unas bandas oscuras que parten del cuello y que en ocasiones llegan a conectarse por los laterales de la cabeza con los ojos.

Ventralmente suelen tener coloraciones grises o negruzcas, en pocas ocasiones rojizas o blanquecinas, siendo más claras la parte exterior de las ventrales y bajo la cabeza. El extremo de la cola es en ocasiones amarillo-verdoso, negro o más raramente, rojizo.
 
 

Ejemplar adulto de víbora hocicuda (Vipera latastei)

 
  Ejemplar adulto de víbora hocicuda (Vipera latastei)  
 

La pupila es vertical de tonos amarillentos o dorados con un pigmentado irregular negruzco.
No existe un dimorfismo sexual acusado ni en tamaño ni en número de escamas, simplemente los machos suelen tener coloridos más contrastados, la cola proporcionalmente más larga y la base de esta más ancha debido a poseer en ella el aparato reproductor, basado en 2 hemipenes espinosos que suelen aparecen ocultos. Se habla de la presencia en algunos machos de unas características manchas triangulares oscuras entre las escamas supralabiales 2ª y 3ª y 4ª y 5ª, hecho que no siempre es visible ni está confirmado. Los recién nacidos de la especie miden entre 16  y 20 cm con un peso entre 4,5 y 5 gramos. Suelen ser más finos en comparación con su longitud que los adultos y presentan un diseño más oscuro y contrastado que estos sobre tonalidades habitualmente más claras de fondo.

 
   
 

En los Montes de Valsaín la víbora hocicuda (Vipera latastei) es escasa y se encuentra muy localizada en algunos enclaves como en los muros, trincheras, jarales y pedreras de Cabeza de Gatos.

 
  En los Montes de Valsaín la víbora hocicuda (Vipera latastei) es escasa y se encuentra muy localizada en algunos enclaves como en los muros, trincheras, jarales y pedreras de Cabeza de Gatos.  
 

Generalmente se han considerado 2 subespecies en la Península Ibérica, la nominal que abarcaría la mayor parte de esta incluido el área estudiado (Vipera latastei latastei) y otra subespecie denominada (Vipera latastei gaditana) caracterizada por el menor tamaño medio, menor número de escamas ventrales, coloración de la cabeza que suele ser gris (aunque el resto del cuerpo sea de otro color) menor definición y tamaño de las manchas cefálicas, escamas cefálicas totalmente fragmentadas y un diseño del ápice o cuerno más complejo y grande, que estaría presente en las poblaciones más sudoccidentales de la Península, así como en las zonas del norte de África. Esta división de subespecies, no obstante, no ha sido confirmada molecularmente.

 

 
   
 

Detalle de un macho adulto de víbora hocicuda (Vipera latastei) obsérverse el detalle de la pupila vertical y el apéndice flexible en el hocico.

 
  Detalle de un macho adulto de víbora hocicuda (Vipera latastei) obsérverse el detalle de la pupila vertical y el apéndice flexible en el hocico.  
 

La víbora hocicuda está distribuida por la mayor parte de la Península Ibérica, faltando únicamente en el extremo norte peninsular, también hay poblaciones en el norte de África (zonas de la costa de Marruecos, Argelia y Túnez, así como las montañas del Rif  y en la cordillera central del Atlas). También se tiene constancia de la única población insular de la especie en la isla principal del archipiélago de las Columbretes (provincia de Castellón), hoy extinguida. A pesar de la amplia distribución de la especie en la Península, sus poblaciones se encuentran muy fragmentadas y parecen ser bastante escasas y amenazadas a excepción de algunos pocos núcleos con baja densidad humana.

 
   
 

Detalle de un macho adulto de víbora hocicuda (Vipera latastei)

 
  Detalle de un macho adulto de víbora hocicuda (Vipera latastei)  
 

Aunque existen otras dos especies de víboras en la Península Ibérica, la víbora cantábrica (vipera seoanei) restringida al tercio noroccidental ibérico (Galicia, norte de Portugal, Asturias, norte de León, Cantabria, norte de Burgos y Palencia, País Vasco y norte y oeste de Navarra) y la víbora áspid (vipera aspis) restringida al tercio nororiental (norte de Burgos, Rioja y toda la zona pre y pirenaica), no vamos a tratar aquí de describirlas por estar fuera de la zona de estudio y ser imposible, en este área, su confusión con la víbora hocicuda.

 
   
 

Detalle de las tres espacies de víboras presentes en la Península Ibérica. De arriba a abajo: Víbora hocicuda (Vipera latastei), Víbora cantábrica o de Seoane (Vipera seoanei) y Vibora áspid (Vipera aspis)

 
  Detalle de las tres espacies de víboras presentes en la Península Ibérica. De arriba a abajo: Víbora hocicuda (Vipera latastei), Víbora cantábrica o de Seoane (Vipera seoanei) y Vibora áspid (Vipera aspis).  
 

La víbora hocicuda es con frecuencia confundida, por los ojos poco experimentados, con otras especies como:

    • los juveniles de culebra de escalera (Zamenis scalaris) que poseen pupila redondeada, grandes escamas en la cabeza y un diseño en forma de escalera en el dorso muy alejado del diseño de zigzag, además el cuerpo es relativamente fino y la cola larga.
    • las culebras lisas (coronella girondica y austriaca), de cuerpo relativamente fino, cabeza poco diferenciada, pupilas redondeadas, grandes escamas en la cabeza y diseño en forma de barras transversales u oblicuas muy diferentes del diseño en zigzag.
    • la culebra viperina o culebra de agua (natrix maura), que posee unas escamas muy grandes en la cabeza, ojos de pupila redondeada, cabeza normalmente más oscura que el cuerpo y con varias manchas en forma de V y lateralmente presenta unos ocelos oscuros con el centro claro, que en la víbora tan sólo son manchas difuminadas sin centro claro.
 
   
 

Detalle de una hembra subadulta de víbora hocicuda (Vipera latastei). Obsérverse el pequeño tamaño de las escamas cefálicas así como las, al menos, 2 filas de escamas que separan el ojo de las supralabiales

 
  Detalle de una hembra subadulta de víbora hocicuda (Vipera latastei). Obsérverse el pequeño tamaño de las escamas cefálicas así como las, al menos, 2 filas de escamas que separan el ojo de las supralabiales  
 

Biología y ecología:

Se trata de una especie claramente mediterránea, que, por lo general, prefiere localizaciones con buena insolación. En la Sierra de Guadarrama prefiere orientaciones sur, sursureste y sursuroeste, con zonas de matorral disperso donde ocultarse, muros de piedra que permiten pasar inadvertida a la especie, el seguimiento del movimiento solar y el cambio de altura con respecto al suelo, canchales de media montaña, roquedos en bordes de bosque (pinar o melojar) y zonas de mosaico o contacto entre diferentes tipos de hábitats como pueden ser los jarales de jara estepa (Cistus laurifolius), etapa de degradación del robledal. Muestra una especial predilección por zonas rocosas o pedregosas con buena insolación y por muros de piedra con algo de cobertura de matorral. Aunque en la Sierra de Guadarrama se ha encontrado en Cabezas de Hierro a unos 2000 msnm, lo normal es que prefiera las zonas entre los 1000 y 1400 msnm siendo los 1200 los que atesoran un mayor número de citas. En general su distribución es montana, quizá debido a que haya sido exterminada en tiempos pretéritos de las zonas más productivas para el hombre.
En la Sierra de Guadarrama muestra una distribución más o menos continua aunque sus densidades, a excepción de algunos puntos, no parecen altas, esto también puede deberse a la dificultad para prospectarlas debido a su pequeño tamaño, escasos movimientos, gran camuflaje y discreta actuación, teniendo como hábitats fundamentales muros de piedras en prados de mosaicos, canchales en bosques, y pedreras en zonas de contacto entre el melojar y formaciones más aclaradas y/o mediterráneas.

Parece que elige microclimas diferentes prefiriendo en primavera las zonas más arbustivas que ofrecen mayor refugio, en verano zonas próximas a puntos de agua o acumulaciones de maderas donde mantener su temperatura y en otoño la cercanía de las rocas.

 
   
 

Detalle de la boca abierta tras realizar una mordedura de un macho juvenil de víbora hocicuda (Vipera latastei). Los colmillos en la víbora hocicuda están protegidos por una telilla membranosa y accionados por una musculatura indepenciente, lo que les permite moverlos alternativamente para ayudar a tragar las presas.

 
 

Detalle de la boca abierta tras realizar una mordedura de un macho juvenil de víbora hocicuda (Vipera latastei). Los colmillos en la víbora hocicuda están protegidos por una telilla membranosa y accionados por una musculatura indepenciente, lo que les permite moverlos alternativamente para ayudar a tragar las presas.

 
 

En los Montes de Valsaín es una especie escasa que atesora pocas citas y bastante localizada, encontrándose en algunos núcleos como El Jardinillo, alrededores de El Robledo, ladera sur del Cerro de Matabueyes, Cabeza de Gatos y Cabeza Grande, también hay una población en las laderas este y sur del Cerro del Puerco y una pequeña población en los afloramientos graníticos bajo El Bosquecillo.

El periodo de actividad de la víbora hocicuda en la Sierra de Guadarrama comienza, generalmente, entre la segunda quincena de Marzo o los primeros días de Abril (dependiendo de la temperatura y la pluviosidad) y se prolonga hasta bien entrado octubre. Fuera de este periodo se produce la brumación, que es como se conoce la hibernación de animales de sangre fría, en la que el animal, prácticamente sin moverse (apenas se pueden mover algo dentro de su escondite para beber) pasa el invierno oculto en huras de micromamíferos, bajo grandes piedras, entre acumulaciones de estas como canchales, bajo montones de leña, etc y, aunque no es lo normal, a veces se descubren acumulaciones de hasta 15 individuos para pasar el invierno. En la Sierra se descubren víboras invernando en ocasiones al reparar o desmontar muros de piedras montanos.

 
   
 

La víbora hocicuda (Vipera latastei) presenta un diseño que le permite pasar inadvertida en muchos de los lugares donde habita, pudiendo camuflarse con las piedras, los helechos, los palos de rosal silvestre y las zonas con grandes claro-oscuros, desde donde suele acechar

 
  La víbora hocicuda (Vipera latastei) presenta un diseño que le permite pasar inadvertida en muchos de los lugares donde habita, pudiendo camuflarse con las piedras, los helechos, los palos de rosal silvestre y las zonas con grandes claro-oscuros, desde donde suele acechar  
 

La víbora hocicuda es predominantemente diurna, aunque en los meses más calurosos puede volverse crepuscular o nocturna, incluso paralizando su actividad en los días más calurosos del verano. Su temperatura corporal se sitúa entre los 17 y los 34 ºC, teniendo su óptimo en 30 ó 31 ºC.  Parece ser que por debajo de 25 ºC deja de alimentarse y por debajo de 15ºC  detiene su digestión. Tienen la facultad de termoregularse, es decir, mantener algo más alta su temperatura corporal que la temperatura circundante, en especial las hembras y aunque la literatura afirma que los machos serían más dependientes de la temperatura ambiente, el caso es que los hemos llegado a ver soleándose fuera de sus refugios a unos 2 o 3 ºC. Durante los días más calurosos se han observado individuos de la especie trepando a arbustos, se cree que para evitar el abrasante calor del suelo hecho referido más a las poblaciones del sur de la península, también hemos observado este comportamiento trepador en un gran ejemplar al principio de la primavera y con un enorme paso de paseriformes en el área de estudio, desconocemos si se realizó con el objeto de cazar alguno de estos pequeños pajarillos. También se acerca, durante los días más calurosos, a zonas algo húmedas como arroyos secos o fuentes de agua quizá esperando las presas que acuden a estos puntos.


 
   
 

La víbora hocicuda (Vipera latastei) puede trepar con facilidad a arbustos, como se puede ver en esta imagen dónde un gran macho ha trepado a una jara estepa (Cistus laurifolius) desconocemos el motivo exacto puesto que no era un día caluroso y especulamos si lo ha realizado para cazar algún paseriforme puesto que había un gran paso de mosquiteros (Phylloscopus sp.) y reyezuelos (Regulus sp.) posándose y buscando activamente comida entre las jaras.

 
  La víbora hocicuda (Vipera latastei) puede trepar con facilidad a arbustos, como se puede ver en esta imagen dónde un gran macho ha trepado a una jara estepa (Cistus laurifolius) desconocemos el motivo exacto puesto que no era un día caluroso y especulamos si lo ha realizado para cazar algún paseriforme puesto que había un gran paso de mosquiteros (Phylloscopus sp.) y reyezuelos (Regulus sp.) posándose y buscando activamente comida entre las jaras.  
  Los adultos pueden mudar la piel 1 ó 2 veces al año (normalmente en junio y agosto) mientras que los juveniles lo pueden hacer hasta 3 veces (debido al rápido crecimiento de estos de hasta 5 cm al año que se transformará en tan sólo 2 ó 3 cuando hayan llegado a la edad adulta).
Alcanzan la madurez sexual con 4 años para los machos y 5 años para ellas.
Su área de campeo es pequeña (se mueven menos de 3 metros de media al día durante la mayor parte de su tiempo de actividad, con un área cercana a los 60 m2, mientras que en época de celo los machos pueden recorrer más de 20 metros diarios de media y tener un área de campeo media de 1 hectárea y media.

 
   
 

En el siguiente montaje fotográfico se puede apreciar la enorme variabilidad de diseños y colores de la víbora hocicuda (Vipera latastei), perteneciendo todos los ejemplares de la foto a una misma población

 
  En el siguiente montaje fotográfico se puede apreciar la enorme variabilidad de diseños y colores de la víbora hocicuda (Vipera latastei), perteneciendo todos los ejemplares de la foto a una misma población  
   
 

Los acoplamientos tienen lugar al poco tiempo de abandonar el letargo y se suelen prolongar hasta mayo (se habla de algunas zonas donde se produce un segundo período de celo entre agosto y septiembre que no hemos podido comprobar en la Sierra de Guadarrama). Durante el celo se pueden producir combates no cruentos entre machos, en los que estos se colocan uno al lado del otro, se yerguen e intentan bajarse uno a otro mediante el contacto de sus cabezas y cuerpos.
Se trata de una especie ovovivípara, esto es, pare las crías vivas que se han desarrollado previamente en huevos separados dentro del oviducto materno, no habiendo aporte alimentario por parte de la madre a la cría, sino que, esta última, aprovecha las reservas situadas dentro del huevo. Esta estrategia le ha permitido colonizar zonas de media y alta montaña, debido a que, en un ambiente de temperaturas tan cambiantes, se hace mucho más difícil una incubación externa como la de la mayoría de los reptiles, así como se protege más la puesta de una posible depredación.
Normalmente pare entre 1 y 13 viboreznos, existiendo una correlación positiva entre el tamaño de la madre y el número de crías. Además, al parecer, no se reproducen todos los años sino que pudieran hacerlo con una periodicidad bianual o incluso trianual en las zonas de montaña como la que nos ocupa.
Los primeros partos tienen lugar entre finales de agosto y septiembre  prolongándose hasta octubre. La madurez sexual se alcanza con 30 ó 40 cm y tienen una longevidad estudiada de hasta 11 años en los machos y hasta 14 años en las hembras.

 
   
 

Hembra adulta de víbora hocicuda (Vipera latastei) de excepcional tamaño

 
  Hembra adulta de víbora hocicuda (Vipera latastei) de excepcional tamaño  
 

Se alimentan de otros reptiles como lagartijas noroccidentales (Podarcis guadarramae) antes conocidas como ibéricas (Podarcis hispanica), colilargas, lagartos ocelados, eslizones, culebrillas ciegas, mamíferos como musarañas, ratones domésticos o de campo, topillos, aves (pequeños paseriformes sobre todo) e invertebrados como escolopendras, escorpiones, etc...
Su estrategia de caza consiste en el acecho, se mantienen esperando pacientemente a que una presa de un tamaño correcto se pasee por su zona de acción, es entonces, cuando lanzan un rápido ataque que consiste en morder a la presa para inocularle su potente veneno y soltar rápidamente para que, tras una breve espera (que suele ser el tiempo que una pequeña víctima tarda en morir tras su mordedura) avanza hacia ella ayudado de su olfato hasta que encuentra el cadáver de su víctima y lo engulle empezando por la cabeza. Debido a la alta temperatura con la que se alimentan y hacen la digestión, el mayor número de presas son cazadas durante el verano. Para la caza, a veces, utilizan su cola (a menudo de un color llamativo y diferente al de su cuerpo) para atraer a una posible presa, simulando, mediante movimientos ondulatorios de esta, que se trata de un gusano que puede atraer a invertebrados, aves o musarañas hacia el en lo que se conoce científicamente como caudal luring.
Los ejemplares jóvenes son los que consumen pequeños saurios e invertebrados, mientras que los ejemplares adultos lo hacen sobre micromamíferos y aves.

Sus depredadores son abundantes aves como águilas culebreras, cernícalos, ratoneros, mamíferos como jabalíes, erizos, reptiles como la culebra bastarda, etc...

 
 

Ejemplar juvenil de víbora hocicuda (Vipera latastei)

 
  Ejemplar juvenil de víbora hocicuda (Vipera latastei)  
   
 

La realidad es que se trata de un reptil bastante amenazado en la mayor parte de su área de distribución, incluidos los Montes de Valsaín, donde su población es realmente escasa. Su principal amenaza es el hombre. Hemos podido comprobar que, ya sea por parte de ganaderos, cazadores, buscadores de setas o excursionistas, muchas veces que se tropiezan con una, acaban con ella, bien con la excusa de que puede resultar dañado su ganado, bien porque son sus perros los que pueden resultar mordidos y muertos o bien porque sienten miedo o repulsión por los ofidios, olvidando, en todos los casos, que se trata de un animal protegido por ley en un entorno igualmente protegido para que estos y no sólo águilas y otros animales emblemáticos, mantengan sus poblaciones.

Otras amenazas derivan de la pérdida de hábitats. Las víboras son animales de movimientos lentos, con espacios vitales, como hemos visto, muy reducidos y con unos requerimientos de refugio e insolación bastante determinados y por tanto muy sensibles a cualquier alteración de su medio vital. Además debido a su bajo nivel de reproducción y lo limitado de sus movimientos, tiene una capacidad recolonizadota muy pequeña. Es por esto, por lo que las excesivas repoblaciones que se llevan a cabo, que hacen que queden pocas zonas de insolación tan apreciadas por los reptiles, los incendios forestales, donde las víboras no pueden escapar, los atropellos en pistas forestales y caminos por parte de vehículos de ganaderos, guardería forestal,  bicicletas o incluso quads y motos (que alguna vez hemos visto introducirse en los Montes de Valsaín pese a su estricta prohibición) hacen que sus poblaciones se encuentren muy amenazadas y en posible vía de desaparición de la zona. Sabemos que se trata de un animal polémico debido a su elevada toxicidad y sobre todo a su mala prensa y que, aunque aparece como especie recogida en todos los folletos sobre el parque, es incómoda y su defensa nunca da votos ni reúne apoyos, pero esto, no debe hacer en ningún caso que los encargados de denunciar y castigar los daños en la naturaleza hagan la vista gorda frente a posibles daños a la especie.
 
   
 

La víbora hocicuda (Vipera latastei) es sin duda uno de los animales más fascinantes de nuestra fauna, presentando uno de los diseños más evolucionados para la caza de sus presas

 
  La víbora hocicuda (Vipera latastei) es sin duda uno de los animales más fascinantes de nuestra fauna, presentando uno de los diseños más evolucionados para la caza de sus presas  
 

La mordedura de la víbora: mitos y realidades.

La víbora hocicuda es un animal tóxico, con uno de los venenos más potentes de nuestra fauna y uno de los diseños de la naturaleza más avanzados en cuanto a técnica de caza se refiere. Se trata de un ofidio solenoglifo, esto es, presenta un par de dientes situados de manera delantera en su boca, móviles, enfundados en unas pequeñas bolsas y en posición normal, retraídos hacia el interior de la boca paralelos al paladar. Dichos colmillos son tubulares con la punta ligeramente biselada a modo de agujas hipodérmicas, son bastante débiles y se rompen con facilidad, pero son sustituidos por otros al poco tiempo. Además dichos colmillos están conectados con unas glándulas situadas a ambos lados de la cabeza donde se almacena el veneno.
Dicho veneno, que no es sino una modificación de los jugos gástricos y salivales del animal, contiene numerosas sustancias que pueden resultar tóxicas: por un lado, enzimas responsables de los efectos hematológicos y vasculares y por otro lado, polipéptidos responsables de los efectos más graves, como son alteraciones cardiológicas, anafilaxias y más raramente neurológicas.
Este veneno tiene una acción de destrucción de tejidos (proteolítica) y también pueden presentarse acciones coagulantes y anticoagulantes (hemolítica) y en algunos casos una acción neurotóxica, puesto que se utiliza por el animal primero para matar o inmovilizar a su presa y luego para digerir sus tejidos, como hacen con nosotros los jugos gástricos, las secreciones hepáticas y pancreáticas, etc.

 
   
 

Diferencias entre víboras y culebras

 
 

Existen 3 especies de nuestra fauna que utilizan como estrategia defensiva parecerse a la víbora hocicuda, esto en muchas ocasiones, es muy rentable, pues a pesar de ser especies totalmente inofensivas, hace que muchos posibles depredadores huyan ante semejante despliegue. Sin embargo, con el hombre, sucede al revés, son matadas impunemente pensando que son víboras. En el siguiente cuadro vamos a ver las diferencias principales entre las víboras (en la columna de la izquierda) y las otras 3 culebras (culebra viperina, culebra lisa europea y culebra lisa meridional) que utilizan lo que en argot científico se conoce como mimetismo batesiano, como mecanismo de defensa:

1º Fila: La víbora hocicuda tiene pupila vertical (en España sólo las víboras presentan este rasgo) y una protuberancia en el hocico, que les da el nombre de hocicudas. El resto de las culebras presentan la pupila redondeada y el hocico romo. Estos caracteres suelen bastar para diferenciar la culebra de la víbora.

2º Fila: La víbora hocicuda tiene las escamas de la cabeza muy fragmentadas y por tanto muy pequeñas a excepción de las 2 que se sitúan por encima de los ojos. El resto de las culebras presentan al menos 9 escamas cefálicas de tamaño grande si las comparamos con las del resto del cuerpo.

3º Fila: La víbora hocicuda presenta un diseño en zigzag, en el que, en cada vuelta del zigzag aparece este remarcado por un borde muy oscuro (este caracter aparece incluso en las hembras de víbora más viejas que casi han perdido el diseño del zigzag. Además en los laterales presentan manchas oscuras sin coloración clara en el centro y las escamas del cuerpo están fuertemente carenadas, por lo que dan un aspecto de ásperas. La culebra viperina, es la única que puede presentar un diseño de zigzag, aunque este suele tener más discontinuidades, ser más tosco, y sobre todo, no tiene el reborde negro en cada vuelta del zigzag, además en los laterales suele presentar manchas oscuras con el centro blanco o crema a modo de ocelos, también tiene las escamas carenadas por lo que este último caracter no debe tenerse en cuenta con esta especie. Las culebras lisas, por su parte no presentan diseño de zigzag, sino una serie de manchas transversales u oblicuas que impiden que se confundan con el zigzag de las víboras hocicudas, además tienen las escamas lisas, por lo que no dan el aspecto de ásperas que presentan las víboras.

4º Fila: La víbora hocicuda, por lo general, presenta una cabeza bien diferenciada con respecto del cuello, al estar muy ensanchada en la parte posterior y una silueta de esta triangular, las otras culebras, a pesar de ensanchar la cabeza cuando están en actitud defensiva, no llegan a diferenciar tanto su cabeza del resto de su cuerpo. Además el cuerpo de las víboras, es relativamente ancho para su longitud y tienen la cola corta y bien diferenciada, mientras que el resto de las culebras, posee un cuerpo fino con respecto a su longitud y tienen la cola larga y poco diferenciada. Además la cola de las víboras suele tener coloraciones amarillentas, verdosas, negras o incluso rojizas, caracter que no comparten con las culebras.

 
 

 

Tras ser mordido por una víbora el accidentado va a tener 2 incisiones separadas entre sí entre 6 y 10 mm o más raramente una sola (en los casos en que el animal sólo tuviera un colmillo activo). Inmediatamente a la mordedura el paciente va a experimentar un fuerte dolor agudo y un edema en la zona de esta. A lo largo de los próximos minutos u horas el paciente irá sintiendo como el dolor se va extendiendo por todo el miembro mordido y con este el enrojecimiento y la hinchazón alcanzando su máximo a las 20 ó 24 horas de haberse producido la mordedura. Es normal que alrededor de la zona de la mordedura salgan moratones y/o ampollas. También se pueden producir vómitos, diarreas y necrosis de los tejidos circundantes a la mordedura.  En algunos casos con una evolución negativa se pueden producir inflamaciones que precisen  la apertura de los tejidos, o incluso insuficiencias renales, anemias o hemorragias. Afortunadamente estos casos no son normales y lo normal es que tras un seguimiento que consiste en una serie de análisis cada poco tiempo, el paciente vaya experimentando una mejora paulatina y sea dado de alta del centro hospitalario a las 36 o 48 horas de haberse producido la mordedura, tardando varios días en recuperar el aspecto anterior al accidente del miembro afectado.

 
   
 

Detalle de la lengua bifida de una hembra subadulta de víbora hocicuda (Vipera latastei). Las víboras son animales tímidos y poco sociables que generalmente mantienen una vida solitaria salvo en el periodo de celo.

 
  Detalle de la lengua bifida de una hembra subadulta de víbora hocicuda (Vipera latastei). Las víboras son animales tímidos y poco sociables que generalmente mantienen una vida solitaria salvo en el periodo de celo.  
 


El suero antiofídico se obtiene generalmente por la inyección del veneno de una víbora o de la mezcla de diferentes venenos de distintas especies de víboras en el cuerpo de un animal de gran tamaño (normalmente equinos), incrementando la dosis hasta que el animal es capaz de generar anticuerpos para dicho veneno. Luego se le extrae la sangre, se aíslan los anticuerpos y se procesa para que pueda ser distribuido a diferentes centros de salud y hospitales. El suero que se suele tener en dichos hospitales es un suero polivalente (sirve para todas las especies de víboras europeas al estar hecho con una mezcla de dichos venenos), tiene una fecha de caducidad muy limitada y debe ser mantenido en frío, por lo que es posible que no se encuentre en la mayoría de hospitales de zonas pequeñas. Antiguamente, salvo casos de mordeduras con una evolución muy negativa, estaba totalmente desaconsejada su utilización, debido a que puede ser causante de fuertes reacciones y choques anafilácticos (a veces imposibles de predecir aunque se administren primero las pequeñas dosis de prueba) y también puede ser responsable de la enfermedad del suero, que consiste en una sensibilización y una reacción del cuerpo a las proteínas propias del suero, que puede producirse en los días posteriores (incluso más de un mes) a la inyección de este, que cursa con síntomas muy parecidos a los de una reacción alérgica y que debe ser tratado de nuevo, sin embargo, parece ser que, a la vista de nuevos estudios, los sueros de última generación están altamente purificados y pueden ser bastante efectivos sin presentar los efectos adversos anteriormente citados, si se adminsitran dentro de las 10 primeras horas después de la mordedura, siempre indicados para pacientes con reacciones muy fuertes, niños, mujeres embarazadas, etc.
Lo normal es que tras una mordedura se haga preciso el internamiento del paciente durante 24-36 horas en un centro hospitalario, se le administren antihistamínicos, corticoides, antiinflamatorios y antibióticos, se monitoricen sus constantes vitales y se haga un seguimiento hematológico y de funcionamiento renal hasta que es dado de alta.

 
   
 

Detalle del diseño de un macho subadulto de víbora hocicuda (Vipera latastei). La víbora hocicuda es un animal tímido y huidizo que nunca atacará si ve la oportunidad de huir

 
  Detalle del diseño de un macho subadulto de víbora hocicuda (Vipera latastei). La víbora hocicuda es un animal tímido y huidizo que nunca atacará si ve la oportunidad de huir  
 

Cuáles son las buenas noticias


Ante este panorama que hemos dibujado anteriormente, es posible que a alguien se le hayan quitado las ganas de salir al campo o visitar los Montes de Valsaín. Vamos a ver ahora lo absurdo de estas medidas.
Primero y lo más importante, las mordeduras de víboras son hechos realmente raros y fortuitos. Las víboras son animales poco comunes, que se desplazan muy poco y que habitan zonas muy concretas a menudo bastante incómodas para caminar o hacer un picnic, son muy tímidas y huidizas, siempre intentarán la huida frente a un posible peligro y basan su defensa, no en la mordedura, sino en el mimetismo y en la huida. Sólo morderán en el caso en que vean comprometida su integridad y no tengan escapatoria. Es por esto por lo que raramente seremos mordidos, produciéndose la mayoría de las mordeduras al intentar atrapar o matar al animal, al introducir la mano en huras o debajo de piedras, al sentarnos sobre estas, tocones o maderas o, en los casos más raros, al pisar al lado de una de ellas en un momento en que el animal no tenga escapatoria. Todo esto hace que manteniendo una serie de buenas prácticas como la de ir al campo con pantalón largo y botas altas, no introducir la mano desnuda en agujeros, bajo piedras o acumulaciones de maderas o rocas y prestar atención antes de sentarnos sobre una piedra o un tocón sobre lo que hay debajo o alrededor, fijarnos bien antes de saltar un muro de piedra o echar las manos al ascender por una pedrera o canchal, haga prácticamente imposible que ninguna serpiente, sea víbora o no, nos llegue a morder. Teniendo más probabilidades, entonces, de que nos caiga un rayo o nos embista la única vaca brava de entre las que pastan en los Montes, que sufrir dicha mordedura.

 
   
 

Detalle del diseño de una hembra subadulta de víbora hocicuda (Vipera latastei). Los colores de las hembras presentan coloraciones menos constrastadas que las de los machos.

 
  Detalle del diseño de una hembra subadulta de víbora hocicuda (Vipera latastei). Los colores de las hembras presentan coloraciones menos constrastadas que las de los machos.  
 


No obstante si por fatalidades de la vida, imprudencias o descuidos somos mordidos por una víbora, debemos saber que se estima que entre el 20 y el 50% de las mordeduras de víboras son “secas”, esto es, no conllevan la inoculación de veneno, bien porque lo han utilizado anteriormente con alguna presa, bien porque no lo han inoculado a voluntad. Hay que tener en cuenta, además, que casi con seguridad no va a resultar mortal. Aunque no existe ningún estudio específico serio y prolongado, que nosotros conozcamos, acerca de las mordeduras de víboras en nuestro país, la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del Instituto de Salud Carlos III presentó en el año 2012 un estudio procedente de las bases de datos de las altas hospitalarias del Ministerio de Sanidad entre los años 1997 y 2010 en España donde con los datos que incluían mordeduras de ofidios y arácnidos (incluidas garrapatas) se produjeron unos 143 ingresos anuales por estas circunstancias (135 de urgencia) en España, de los cuales el 1% resultó mortal (alta por defunción del paciente) con una mayor incidencia en varones de entre 5 y 14 años. De todas estas defunciones, no podemos saber si existían patologías previas que agravaron el cuadro ni ninguna información posterior que podría modificar mucho las estadísticas relativas a las mordeduras de víboras (imaginemos por ejemplo que se produjo a partir de una enfermedad contraida por la mordedura de una garrapata, por un infarto provocado por el terror de verse mordido, etc), lo que si que podemos adelantar que se estima que menos de 1% de los mordidos por una víbora tienen un desenlace fatal y en la mayoría de los casos se trata de ancianos, niños muy pequeños o gente inmunodeprimida). Hay mayor número de personas que mueren en España por la picadura de una abeja que por la mordedura de una víbora y muchísimos más por accidentes en montaña, tráfico, etc.
Que la víbora hocicuda (la víbora presente en nuestros montes) es la víbora con el veneno menos activo de entre las víboras de la Península Ibérica, aún así, la gravedad de la mordedura depende de numerosos factores, como el hecho de la cantidad de veneno inoculado (que depende de si ha cazado o mordido previamente y todavía no haya generado suficiente veneno), del sitio donde hayamos sido mordidos (presentan mayor peligrosidad las mordeduras en cabeza o cuello, que son las menos comunes, que en los miembros corporales, que son las más comunes. Del tamaño y edad del sujeto mordido y su estado de salud y no tanto del tamaño de la víbora, porque parece cierto que los ejemplares juveniles tienen mayor concentración del veneno y no son capaces de controlar adecuadamente sus glándulas venenosas por lo que suelen inocular una gran parte de él resultando así igual de peligrosas que un adulto.

 
   
 

Fotografía del dorso de un macho adulto de víbora hocicuda (Vipera latastei) en el que se puede apreciar el diseño en zigzag característico de la especie. En hembras de gran edad este diseño puede aparecer muy poco contrastado, aunque normalmente siempre es posible ver los bordes del zigzag, que junto con el cuerpo ancho, la pupila vertical, la cabeza triangular y el pequeño hocico nos bastará para identificar correctamente la especie

 
  Fotografía del dorso de un macho adulto de víbora hocicuda (Vipera latastei) en el que se puede apreciar el diseño en zigzag característico de la especie. En hembras de gran edad este diseño puede aparecer muy poco contrastado, aunque normalmente siempre es posible ver los bordes del zigzag, que junto con el cuerpo ancho, la pupila vertical, la cabeza triangular y el pequeño hocico nos bastará para identificar correctamente la especie  
 

Qué hacer si somos mordidos por una víbora

En primer lugar hay que identificar al animal (arriba podemos ver los caracteres diagnósticos de la especie), pero también lo podemos ver en la marca de la mordedura.
La mordedura de víbora presenta dos (o más raramente una) incisiones  punzantes, paralelas y separadas entre 6 y 10 mm, el resto de las mordeduras de ofidios presentan una sucesión de dientes muy juntos. La mordedura de una víbora produce un intenso dolor que no se produce con la mordedura de una culebra no venenosa. Si a los 20 minutos de haber sido mordidos no experimentamos ningún dolor o reacción inflamatoria, lo más probable es que fuera una culebra no venenosa o la víbora nos haya mordido sin inocular veneno (mordedura seca).

 
   
 

Diseño dorsal de un macho juvenil de víbora hocicuda (Vipera latastei). Los colores de los machos presentan coloraciones mas constrastadas que las de las hembras, los juveniles (como el de la foto) y subadultos, también presentan coloraciones más contrastadas que los adultos.

 
  Diseño dorsal de un macho juvenil de víbora hocicuda (Vipera latastei). Los colores de los machos presentan coloraciones mas constrastadas que las de las hembras, los juveniles (como el de la foto) y subadultos, también presentan coloraciones más contrastadas que los adultos.  
 
Si vemos que la mordedura parece que es producida por una víbora y sentimos dolor e hinchazón, debemos inmovilizar el miembro afectado para evitar la absorción del veneno y su distribución por la sangre o el sistema linfático. Debemos tranquilizarnos, la mayoría de los síntomas graves, de darse, no se darán hasta pasadas varias horas, además muchos de los síntomas que se producen, en muchas ocasiones, tienen más relación con el estado de nerviosismo del afectado, que con el efecto del veneno en sí, por lo que debemos mantener la calma y no correr o alterarnos.

 
   
 

Diseño dorsal de una hembra subadulta de víbora hocicuda (Vipera latastei). Los colores de las hembras presentan coloraciones menos constrastadas que las de los machos, los juveniles y subadultos (como el de la foto) , sin embargo, presentan coloraciones más contrastadas que los adultos.

 
  Diseño dorsal de una hembra subadulta de víbora hocicuda (Vipera latastei). Los colores de las hembras presentan coloraciones menos constrastadas que las de los machos, los juveniles y subadultos (como el de la foto) , sin embargo, presentan coloraciones más contrastadas que los adultos.  
 


Están contraindicadas atenciones primarias del tipo: cortes en la zona afectada, absorción del veneno por medio de la boca o peras de extracción, etc, porque está comprobado que no suelen ser efectivas en la extracción del veneno y además ayudan a la formación de necrosis en los tejidos (también hay un peligro potencial para la persona que absorbe con su boca el veneno).  También está contraindicada la aplicación de hielo o de torniquetes porque también pueden ayudar a la formación de necrosis en los tejidos incluso más peligrosas que los síntomas en sí. Si acaso si algún acompañante de la víctima tiene conocimientos de primeros auxilios y botiquín se puede realizar un vendaje compresivo para evitar la expansión del veneno por el sistema linfático y la sangre que debe ser revisado y liberado cada pocos minutos, aunque debe ser consciente que puede favorecer las necrosis en caso de hacerse incorrectamente.

 
   
 

Diseño ventral de un macho adulto de víbora hocicuda (Vipera latastei). Aunque el diseño ventral puede presentar diferentes tonalidades de fondo desde un color gris claro, crema o asalmonado hasta las tonalidades más ocuras (como el de esta foto), se carcteriza también por la presencia de hileras de manchas cuadrangulares que recorren longitudinalmente el cuerpo de la víbora y que suelen presentarse especialmente en la las zonas más externas, aunque a veces también se den en el centro de las escamas (como en esta fotografía).

 
  Diseño ventral de un macho adulto de víbora hocicuda (Vipera latastei). Aunque el diseño ventral puede presentar diferentes tonalidades de fondo desde un color gris claro, crema o asalmonado hasta las tonalidades más ocuras (como el de esta foto), se carcteriza también por la presencia de hileras de manchas cuadrangulares que recorren longitudinalmente el cuerpo de la víbora y que suelen presentarse especialmente en la las zonas más externas, aunque a veces también se den en el centro de las escamas (como en esta fotografía).  
 
Tampoco se debe dar al afectado bebidas alcohólicas cuyo efecto puede ocultar o potenciar los síntomas e incluso afectar en el proceso de coagulación.
El accidentado podrá tomar paracetamol o ibuprofeno, para intentar calmar el dolor (no es aconsejable la aspirina pues puede alterar las propiedades de coagulación de la sangre). Se deberá avisar a los servicios de urgencia o llevado a un centro hospitalario, sin prisa, sin hacer esfuerzos, pero siendo consciente de que una mordedura de víbora es algo serio que debe ser visto por un médico.
La evolución será en la mayoría de los casos positiva (como así atestiguan todos los casos de mordedura que hemos recogido a lo largo de estos años) y sólo quedará un mal recuerdo de la experiencia.

 
   
 

Vista frontal de un subadulto de víbora hocicuda (Vipera latastei) en el que se puede apreciar la pequeña protuberancia que prolonga el hocico y que da nombre a la especie

 
  Vista frontal de un subadulto de víbora hocicuda (Vipera latastei) en el que se puede apreciar la pequeña protuberancia que prolonga el hocico y que da nombre a la especie  
 

Leyendas


En la Sierra de Guadarrama, como en la mayoría de los sitios de España, hemos visto que la mayor parte de las personas tiene un miedo atroz por los ofidios. Considerando que las víboras son abundantes e identificando casi cualquier ofidio con una víbora. La creencia popular es que son animales muy rápidos y agresivos que pueden llegar a atacar a las personas y perseguirlas, por lo que lo mejor que se puede hacer con ellas es matarlas. En muchos pueblos desconocen exactamente dónde se encuentran las víboras y hemos recogido algunos episodios de mordeduras (aunque rara vez en primera persona).

 
   
 

Detalle del extremo de la cola de un macho adulto de Vibora hocicuda (Vipera latastei). Los extremos suelen presentar coloraciones negras o amarillo verdosas, incluso rojizas en algunos casos, y en ocasiones son movidos como si de gusanos se tratasen para atraer a predadores que acabarán convirtiendose en presas en lo que los científicos llaman caudal luring. De este modo podrian ser atraídos, invertebrados, anfibios, pequeñas aves, musarañas, etc que acabarán siendo presas de la víbora.

 
  Detalle del extremo de la cola de un macho adulto de Vibora hocicuda (Vipera latastei). Los extremos suelen presentar coloraciones negras o amarillo verdosas, incluso rojizas en algunos casos, y en ocasiones son movidos como si de gusanos se tratasen para atraer a predadores que acabarán convirtiendose en presas en lo que los científicos llaman caudal luring. De este modo podrian ser atraídos, invertebrados, anfibios, pequeñas aves, musarañas, etc que acabarán siendo presas de la víbora.  
 


En otros pueblos hemos recogido la creencia de que existen 2 especies de víboras o también 2 sexos bien diferenciados, siendo uno de ellos mucho más tóxico y  generalmente negros. También hemos oído hablar acerca del canto de las víboras (seguramente un sonido de algún insecto campestre puesto que nuestras víboras no emiten más que bufidos cuando están a punto de defenderse).
Como hemos podido ver en esta ficha todo son leyendas y patrañas populares que no hacen sino aumentar en el acerbo popular el miedo injustificado por estos animales que en muchos casos se resumen en la frase tantas veces oída (y con muchas modificaciones según las regiones) de:
“Si la víbora oyera y el topo viera no habría persona que al campo saliera”
Demos pues gracias a que ninguna de estas circunstancias se producen y salgamos al campo a conocer y aprender a amar la naturaleza y los seres que la habitan.

 
   
 

Ejemplar subadulto de víbora hocicuda (Vipera latastei). Nótese el color amarillento-verdoso del extremo de la cola, que es a veces utilizado como cebo para atraer a las presas

 
  Ejemplar subadulto de víbora hocicuda (Vipera latastei). Nótese el color amarillento-verdoso del extremo de la cola, que es a veces utilizado como cebo para atraer a las presas  
   
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