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Los Montes de Valsaín cuentan con una enorme riqueza natural y especialmente botánica. Se cree que más de las dos terceras partes de la flora de la Sierra de Guadarrama se pueden encontrar en estos bosques. A plantas de origen mediterráneo hay que añadir algunas plantas de óptimo euroasiático y circumboreal, que hacen de estas bosques una auténtica joya viva. El hecho de tener varios tipos de ecosistemas, algunos muy diferenciados entre sí, aumenta enormemente la biodiversidad y por tanto el valor de estos bosques.
En este monográfico nos hemos propuesto hablar de los frutos que el bosque proporciona. Sin embargo, no es nuestra intención hablar de todos los frutos que producen las plantas para su reproducción pues el tema sería prácticamente inabarcable. Cualquier persona que se haya enfrentado al conocimiento de todas las plantas vasculares que se encuentran en estos bosques, habrá podido constatar cuanto menos una cierta sensación de vértigo al asomarse a un mundo tan enorme y complejo. Por eso queremos ofrecer una pequeña píldora contra el mareo y tan sólo queremos centrarnos en aquellos frutos que cumplen alguno de los siguientes criterios:
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Que sean especialmente importantes para el bosque, pues proporcionen alimento para otras comunidades de seres vivos como son los animales, los pobladores móviles de los Montes de Valsaín.
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Que hayan proporcionado o proporcionen actualmente utilidad al hombre. En especial sirvan de alimento o para curar o mejorar alguna de los problemas y enfermedades que le acucian.
- Que presenten toxicidad, por lo que consideramos que es necesario su conocimiento para evitar así posibles intoxicaciones o malos usos.
No obstante recomendamos encarecidamente que no se consuman frutos del monte, en especial de las especies más escasas, pues llenos están nuestros supermercados como para que vayamos a sisar a los animales del suyo. Por supuesto, tampoco hemos podido comprobar todos los efectos y toxinas de los frutos en nuestro cuerpo serrano, sino que, obviamente, hemos tirado de la bibliografía al uso, por lo que, aunque suene bastante lamentable esta frase, no nos hacemos responsables de los posibles usos y abusos de lo que aquí se expone, sobre todo si no se identifica totalmente la planta y no se tiene experiencia con estas (ya se sabe que prevenir es curar, sobre todo en este mundo dominado por la estulticia).
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Comencemos pues, seguramente si pensamos en un fruto, a algún lector le venga a la cabeza, una deliciosa manzana, otro se acordará de las deliciosas picotas, otro de los melocotones, etc.. y obviamente ninguno estará errado, pero vamos a ver que los frutos van más allá de esos tan sabrosos y con gran cantidad de pulpa que habitualmente ingerimos.
Fruto es todo tipo de estructura fabricada por una planta para propagar sus semillas. Es decir, se entiende cualquier tipo de estructura que se propaga (propágulo), que en un momento se desprende o es desprendida de la planta progenitora y que va a servir para asegurar a través de las semillas que contiene la supervivencia de la especie y la propagación o colonización de nuevos ambientes.
Los frutos por tanto están relacionados con la vida, con la selección natural y con la diversificación de las plantas. Desgraciadamente (o quizá eso sea lo que lo hace todavía más interesante), la historia del hombre tan sólo ha dejado ver un fotograma de la película de la vida, del que hemos deducido que es lo que ha pasado y quizá algo de lo que pueda pasar en el siguiente fotograma. De este fotograma hemos deducido que las plantas al igual que los animales han sobrevivido adaptándose a las circunstancias siempre cambiantes, elaborando estrategias que han ido permitiendo sobrevivir a las especies que hoy conocemos. De esto hemos podido elaborar teorías acerca del porqué de sus formas, colores, métodos de reproducción, etc, que nos ayudan a comprender por qué algunas especies son escasas, mientras que otras medran prácticamente en todo el planeta.
Si observamos a nuestro alrededor la forma de reproducción de las plantas, veremos, con paciencia, que aquellas que se desarrollan en ambientes ricos en nutrientes y sin perturbaciones, son las especies más proclives a la reproducción vegetativa. Así aprovechando la garantía de supervivencia que es contar con un buen sustrato, utilizan la fragmentación de rizomas,de bulbos o de multiplicación por brotes rastreros, siendo esta una estrategia de supervivencia de lo más segura. Este tipo de reproducción también es posible en comunidades que se desarrollan en lugares con poca competencia, como gleras de alta montaña y similares.
Sin embargo, existe otra reproducción, la reproducción sexual en la cual, las plantas buscan como objetivos primordiales, la perpetuación de la especie, en terrenos menos favorables o con mayor competencia entre especies y por supuesto la colonización de nuevos territorios.
Estas plantas eligen la polinización dirigida básicamente a obtener una buena producción de frutos. Aquí aparece la primera asociación importante entre plantas y animales, pues son los insectos los que de manera mayoritaria realizan dicha polinización, desarrollando las plantas hermosas y atrayentes flores, algunas poco especializadas que dan lugar a que muchos sean los posibles polonizadores y otras mucho más evolucionadas que han evolucionado junto a los insectos para elaborar flores que pueden ser aprovechados por 1 ó 2 especies, estando, por tanto, condenados a entenderse.
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Pero nuestra curiosidad nos lleva aquí, a fijarnos en esas estructuras que se desarrollan, con gran consumo de energía, una vez polinizada la planta, los frutos. Nuevamente la evolución ha hecho que cada especie o grupo de ellas hayan medrado con métodos diferentes de supervivencia, que ha ejercido modelados, en ocasiones asombrosos de estos frutos.
Piense el lector, que no siempre es una buena estrategia que los frutos y las semillas caigan de manera masiva alrededor de la planta progenitora, pues en muchas ocasiones esto puede significar competencia para la propia planta, pues va a competir con las nuevas plantas en la obtención de los recursos, o incluso formar una colonia que acabe rápidamente con todos los recursos y finalmente colapse. En algunas ocasiones, la evolución ha hecho que, especialmente las especies arbóreas, pasen un amplio periodo de tiempo en el que, la planta nueva no pueda desarrollar órganos reproductivos y así evitar una alta competencia. Así existen árboles que tienen que esperar incluso 20 años a poder reproducirse, asegurándose así una mayor pervivencia en el mismo sitio. Pero para aquellos que no disponen de ese tiempo, se hace imprescindible desarrollar estrategias de diseminación de sus frutos.
Así podremos encontrar plantas que se diseminan de un forma inespecífica (sin un método claro), pensemos, por ejemplo, en las plantas anuales, que se desarrollan en zonas áridas o campos de cultivo. Los frutos de estas plantas serán pequeños y poco vistosos (de colores marrones u ocres), serán producidos en grandes cantidades por las plantas que mueren en verano. Es aquí donde su pequeño tamaño jugará la baza de colarse en las pequeñas grietas del sustrato o ayudado por ese fiel aliado que son las hormigas, esperando sin duda a que vengan tiempos mejores, dejando pues, la supervivencia de la especie en las semillas que son capaces de esperar hasta que las condiciones sean de nuevo propicias. Su estrategia es supervivir en aquellas zonas donde siempre lo han hecho, sin mayores pretensiones pues su vida acaba pronto y con ella la posible competencia.
Otro tipo de plantas, han evolucionado hacia otro tipo de diseminación en que su mejor aliado es el viento. Muchas de estas plantas son de espacios abiertos, o forman bosques en los que los ejemplares no se mantienen muy próximos, aunque verdaderamente no siempre es así. Este tipo de dispersión se suele dar en árboles, pues la gran distancia al suelo permite un mayor vuelo. Así el fruto de las plantas que han elegido esta dispersión, será pequeño, en muchos casos nada más que la semilla y una estructura que le ayude a volar, tampoco serán vistosos, ni coloridos estos frutos. Así habrá frutos en los que la semilla se acompañe de alguna estructura como un plumero en los aquenios, o alerones largos, o alas en las sámaras. Piense el lector en las semillas de los chopos, las de los olmos, fresnos, etc...
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Por último existen otras plantas que han evolucionado de forma espectacular a un tipo de diseminación en el que los animales, sean los vectores de propagación de sus frutos. En unos casos esta diseminación será, sin la participación activa del animal, debido a que el fruto posee estructuras que lo van a ayudar a fijarse a su pelo, pluma o caparazón, utilizando para ellos ganchos, garfios y cualquier otro tipo de estructura, que cualquiera que haya paseado por un prado agostado habrá podido comprobar en sus propios calcetines.
Pero el método de dispersión animal, más espectacular y el que aquí nos ocupa no es otro que el desarrollo de frutos que sean apetecibles y llamativos para los animales. Es evidente que las plantas, no producen, por tanto, alimento para los moradores del bosque de manera altruista, si no que persiguen con ello sus fines, ya que el gasto energético en la producción de estos es muy alto. Este tipo de diseminación suele ser más común en arbustos (aunque se da también en algún árbol o arbolillo), que no disponen de la altura necesaria para una anemocoria (que es palabro con el que llaman los biólogos la dispersión a través del aire), y por otro lado su carácter no anual y la alta competencia hace que tampoco sea buena una estrategia inespecífica.
No es por tanto casual que los arbustos se llenen de bayas y drupas (los tipos más conocidos) de espectaculares coloridos, rojos intensos o morados negruzcos, brillantes. No es casual que estos frutos se dispongan habitualmente en las partes más aéreas de los arbustos. Tampoco es casual que lo hagan en las temporadas en las que lo realizan, ni siquiera que la mayoría de estos frutos tengan un tamaño similar.
Se puede pensar y con razón, mirando nuestro escueto fotograma de la película de la vida, que las plantas han urdido todo un plan para servirse de las aves. El señuelo, las bayas (que son los tipos más comunes de frutos de entre los arbustos mediterráneos), son carnosos, jugosos, de vivos colores, de un tamaño adecuado y tienen a modo de caballo de Troya escondidas las semillas en su interior. El poder nutritivo aumenta mientras permanezcan en la planta. Para muchos el máximo poder nutritivo se alcanza durante los finales de verano y primeros de otoño, prolongándose en muchos hasta el invierno, quizá algún lector avezado haya pensado ya en esas aves migradoras que se cargan de grasas para soportar el largo viaje que hacen casi sin descanso, o el crudo invierno que les espera a las que se quedan en estos fríos cuarteles. Existen plantas que lo tienen todo para ellos, como pueden ser los acebos, que con su espeso follaje y sus frutos ofrecen refugio y comida en los meses más crudos. No son sin embargo los frutos demasiado buenos para sacar adelante la prole, ya que para convertir en 2 semanas las pequeñas pelotillas que nacen en aves hechas y derechas, es mejor el aporte continuo de proteínas que proporcionan gusanos, insectos y otros animales, por eso la explosión de los frutos no tendrá lugar en primavera. Una vez pasadas las semillas por el tracto digestivo del ave, están en condiciones de germinar (muchas se activan tras este proceso y los ácidos gástricos del ave). Así muchos de los frutos son muy llamativos, dominando rojos y morados brillantes incluso con irisaciones metálicas.
Los mamíferos también son vectores de expansión de las semillas. La pulpa de los frutos es el cebo, y las semillas son regurgitadas o excretadas. Este proceso supone también una esclerificación de las semillas que ayudan a aumentar el poder germinativo. Los manzanos, serbales,zarzas, rosales, son ideales para zorros, garduñas,ginetas, tejones, etc.
Así la variedad de frutos, sus reclamos y todo el esfuerzo de las plantas va a ser recompensado con creces por los distintos animales van a hacer el trabajo de diseminarlas y prepararlas para su germinación.
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En este monográfico vamos a conocer todos esos frutos que las plantas ponen a disposición de los animales y que podemos encontrar en los Montes de Valsaín. Hemos contabilizado 40*, y 38 serán aquí presentados
Sólamente estableceremos aquí una clasificación entre los frutos tóxicos y comestibles.
Frutos comestibles:
Enebro, jabino (Juniperus communis)
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Encina, carrasca (Quercus ilex)
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Melojo, rebollo, marojo, tozo, roble (Quercus Pyrenaica)
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Avellano (Corylus avellana)
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Arándano, navia, mirtillo (Vaccinium myrtillus)
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Manzano silvestre, maíllo (Malus sylvestris)
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Mostajo, mostajera (Sorbus aria)
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Mostajo de monte (Sorbus latifolia)
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Serbal de los cazadores (Sorbus aucuaparia)
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Majuelo, espino albar (Crataegus monogyna)
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Endrino (Prunus spinosa)
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Cerezo, guindo (Prunus avium)
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Fresa silvestre (Fragaria vesca)
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Zarza, zarzamora (Rubus ulmifolius, praecox, caesius, vigoi)
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Frambueso (Rubus idaeus)
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Rosal silvestre (Rosa canina)
Frutos tóxicos:
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Sabina albar, enebro (Juniperus thurifera)
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Arraclán, rabiacano, rabiacán (Frangula alnus)
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Acebo (Ilex aquifolium)
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Tejo (Taxus bacata)
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Bonetero ( Euonymus europaeus)
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Espino cerval, cambrón, espino negro (Rhamnus catharticus)
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Hiedra (Hedera helix)
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Aligustre, alheña (Ligustrum vulgare)
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Dulciamarga, dulcamara, uva del diablo (Solanum dulcamara)
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Saúco, sabuco ( Sambucus nigra)
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Yezgo, sauquillo, borrachera (Sambucus ebulus)
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Mundillo, bola de nieve (Viburnum opalus)
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Cerecillo (Lonicera Xylosteum)
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Madreselva (Lonicera periclymenum)
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Morrionera, Lantana (Viburnum lantana)
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Muérdago, almuérzago (Viscum Album)
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Aro (Arum italicum)
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Peonía, ponea (Paeonia broteroi)
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Nueza, espárrago de nuez (Bryonia dioica)
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Uva de raposa (Paris quadrifolia)
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Sello de salomón (Polygonatum odoratum)
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Falsa belladona, cucúbalo (Cucubalus baccifer)
(* Hemos encontrado dos plantas más que producen frutos en los montes de Valsaín. El cerezo aliso ( Prunus padus) y el agracejo (Berberis vulgaris), sin embargo, la falta de frutos en ambas durante los años del estudio, hacen que no podamos ofrecerlas todavía en este monográfico. |
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Para saber más sobre los frutos del bosque:
- Guía de los árboles y arbustos de la Península Ibérica y Baleares.
Guinés López González.
Edita: Ediciones Mundi Prensa. 2º Edición. © 2004
- Guía de las plantas útiles y perjudiciales en Castilla y León.
Juan Manuel Velasco Santos.
Edita Caja Duero. © 2009
- Árboles y arbustos de la Península Ibérica e Islas Baleares.
Pablo Galán Cela, Roberto Gamarra Gamarra, Juan Ignacio García Viñas
Edita: Ediciones Jaguar, 3º Edición © 2000
- Guía de Campo de los Frutos silvestres de la Península Ibérica.
Ángel M. Romo, Eugeni Sierra i Ràfols
Edita: Planeta. © 1996
- Guía de los árboles de la Península Ibércia y Baleares.
Francisco Santolalla
Edita: Blume © 2003
- Plantas medicinales. Bayas, verduras silvestres
Grau/Jung/Münker
Edita: Blume © 2004
- Plantas silvestres de la Flora Ibérica
Javier González Corregidor, Ana Parejo
Edita Grijalbo. © 1999
- Estudio de la flora de los Montes de Valsaín.
Ramón Alegría Delgado
Edita: Colección Naturaleza y Medio Ambiente. Obra Social y Cultural de Caja Segovia. © 1997
Jesús Tornero Gómez
Edita: O. A. Parques Nacionales © 2005
- Los Montes y el Valle de Valsaín
Juan Fernando Vidal Bravo, Francisco Heras Hernández, Javier Donés Pastor
Edita: O. A. Parques Nacionales © 2004
- Paisajes vegetales de Segovia.
Varios autores.
Edita: Colección Hombre y Naturaleza.© 1995
- Diccionario de Etnobotánica Segoviana.
Emilio Castro Blanco.
Edita: Colección Hombre y Naturaleza.© 1998
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